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De mi madre aprendí…i
Que aquello que se busca generalmente
está donde debería estar, pero la prisa lo esconde.
Por eso sólo hay que pararse.
Pensar. Y volver a mirar donde ya se había mirado.
Probablemente aparezca. Y más si
ella está contigo.
Que una sonrisa es la mejor carta
de presentación. Y además, es contagiosa.
A educar la paciencia y entender que cada cosa necesita su tiempo.
Para que una flor nazca, hay que regarla todo el año y tratarla con cariño.
Y es difícil orientarse en medio de una tormenta: mejor esperar a que escampe antes de tomar una decisión.
A pegarme una “jartá” de reir o comer una “mijita” de tarta.
A hacer bizcocho de limón y bufandas de punto.
Que la ilusión es capaz de derribar paredes y la dulzura es una llave capaz de abrir casi cualquier puerta.
La constancia y la dedicación son medicinas de tratamiento lento, pero si estas ahí y te gusta lo que haces, es probable que te conviertas en una pieza indispensable.
A juzgar a la gente por dentro. Todo el mundo es susceptible de ser guapo, o en su defecto “bonico”.
Que los libros son la manera más
maravillosa de viajar a lugares lejanos y conocer a gente extraordinaria, y
escribir puede ser la única manera de poner en orden lo que te pasa por dentro.
Que la cocina tiene un solo secreto:
la paciencia.
Si la pierdes, se te corta la
mayonesa.
Que los niños son los mejores
maestros, porque muchas veces ellos ven lo que nosotros no somos capaces.
La única manera de aprender es
equivocándose, cayéndose y volviéndose a levantar; y la mejor manera de enseñar
es permitiendo las equivocaciones.
Pero sobre todo, a entender que
hay infinidad de maneras de querer, y solo tienes que encontrar la tuya.
Y querer sin condiciones.
Muchas Felicidades Mamá.
Y gracias.
Gracias a tí, mi niña
¡Jo, qué pedazo de declaración de amor filial! Te veo con un paquete de pañuelos secándote las lágrimas de la emoción y la baba de la satisfacción. Felicidades también, Bibliolibre. Mariano
ResponderEliminarFelicidades a las dos. La niña tan preciosa como la madre.
ResponderEliminarDos besos.
Gracias a los dos, Mariano y Miguel. Todavía no lo he podido leer despacio porque no me dejan las lágrimas. Pero estoy orgullosa de haber mejorado la raza en lo físico y en lo químico...que se prepare el mundo que llega Lucía.
ResponderEliminarFelicidades por todos los costados. Qué grandes nos hacen los hijos.
ResponderEliminarY que lo digas, princesa. Muchas gracias.
ResponderEliminarAh! Se me olvidaba darte la enhorabuena por tu blog en la revista de Educación...os lo merecéis tanto Ana Nebreda y tú!
Abrazos veraniegos.
Felicidades Agustina, Por ser como eres y por esa hija que se expresa tan bonito. ¿A quién se parecerá?
ResponderEliminarBesos mil
T de M
¡Qué bonito, querida Agustina! Menudo regalazo de tu niña... Estarás orgullosísima y emocionada hasta el tuétano. Es lo que tiene ser una buena madre, ya ves que el buen trabajo regado con mucho cariño da preciosos frutos. Disfruta de todos los tuyos y pasa unas estupendas vacaciones, el curso se presenta más que complicado, ay...
ResponderEliminarEstoy acabando "Y las montañas hablaron", una preciosidad. Si no lo tienes te lo dejo a la vuelta.
Muchs besos.
Tanto das tanto recibes. Quien, como tú, reparte lo mejor que tiene solo puede recibir lo mejor de los demás. Felicidades por saber dar vida a quienes la compartimos contigo.
ResponderEliminar¡Ay qué bonitos tres últimos comentarios! Como he estado un mes voluntariamente fuera de las redes sociales por higiene mental, no los había visto.no había podido agradecéroslo, que los dioses os llenen de venturas, tanto como a mí por tener estos amigos. Besos y abrazos
ResponderEliminarSi esta hija puede escribir algo tan bonito, es que tiene una madre preciosa :)
ResponderEliminarFelicidades, Agustina!
Besos