Exposición: Dalí en el museo Reina Sofía

A veces hay que salir de la biblioteca escolar para volver con ilusión a buscar cosas en los libros.
Es el caso de esta exposición:

Son las nueve de la mañana de un día de diario; falta una hora para que se abran las puertas. Los que han sacado las entradas por Internet están en otra cola, como los niños de un colegio de Madrid que se pueden ver a la izquierda de la foto, que nos entretuvieron la espera haciéndonos preguntas divertidísimas para una encuesta que tenían que llevar a su clase.

En medio de tanta aridez cultural tanto en la vida política como en la mayoría de los medios de comunicación, es ilusionante ver que tanta gente espera pacientemente para ver la obra de uno de nuestros pintores más emblemáticos del último siglo.

 "Dalí: Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas", es el título de la exposición; el precio, 8 euros.

Repartida en once salas, se muestra la trayectoria de este genio loco que reflejó en su maravillosa obra las dos características, genialidad y locura, que lo hacen tan atractivo.

Tal vez la última exposición celebrada en el mismo museo fuera más espectacular en cuanto a montaje, pero esta me ha gustado muchísimo más porque es bastante más completa y hemos podido ver cantidad de su obra que, repartida por otros países, continentes y colecciones particulares, no habíamos tenido la ocasión de contemplar ni en los libros de arte.

 La exposición comienza con algunas de las primeras obras del pintor y algunos autorretratos con la visión que él tenía de sí mismo.

Pasa por su llegada a la Residencia de Estudiantes de Madrid y su encuentro con los especiales compañeros que marcarían su desarrollo.

Luego pasamos a la época del Surrealismo con su delirio de la interpretación paranoica:misterios, enigmas y angustias que ofrece a nuestro subconsciente para que saquemos placer de sus recursos ilimitados.

El Ángelus, el rostro de la guerra, América, la vida secreta, escenarios y el enigma estético, son el resto de salas que vamos recorriendo al mismo tiempo que observamos la evolución de su pintura en la larga vida productiva que tuvo la suerte de legarnos para que su recuerdo no muera.

Acompañada por mis dos profesoras particulares de Historia del Arte, fuimos recorriendo las salas, pasando someramente por los cuadros de la colección permanente del museo, que ya conocíamos y disfrutando despacio de los cuadros que han venido desde tan lejos y desde tan diferentes lugares, que será difícil que podamos verlos y disfrutarlos alguna otra vez.

Al terminar, me compré los imanes de dos de los tres cuadros de su hermana que tanto me gustan para disfrutarlos en mi cocina cada día, junto a Hopper, Magrit, Picasso, Van goh, y los recuerdos de cada exposición que voy viendo a lo largo de mi vida.

Luego, buscar en los libros las reproducciones de lo que he visto y me ha gustado...¡no es lo mismo...pero alimenta!