De camino hacia las bibliotecas escolares cada día aguardan las sorpresas... Desde que hicieron la campaña contra la obesidad infantil, cada vez son más, los que como yo, han dejado el coche y van caminando o en bicicleta.
Vivimos en un pueblo llano en el que es fácil desplazarse andando a todos los sitios que nos interesan. Se sale sólo de casa y en el camino se te va añadiendo gente; al final, parecemos una romería.
Hoy nos hemos encontrado con que estaban desmontando la carpa del circo que ha actuado aquí durante estos días de fiesta. Los niños/as que lo habían visto nos han ido contando lo que más les ha llamado la atención. Y se quitaban unos a otros la palabra.
En el pinar que atravesamos nos hemos tenido que parar a contemplar a una pareja de ardillas que no se asustaban de nada, pero a las que no me ha dado tiempo de sacar en la foto por culpa de un ataque de risa colectivo.
Ya en la biblioteca escolar, como hemos llegado temprano, unos voluntarios muy decididos me han ayudado a elegir los libros que se iban a llevar en préstamo el primer grupo de 3 años. Se los ponemos sobre mesas bajas para que ellos puedan ver bien la cubierta.
Y por la tarde bien tarde, cuando vuelvo de la biblioteca municipal, el cielo me regala este espectáculo, que no tengo más remedio que fotografiar, aunque realmente la cámara no le hace toda la justicia que se merece.
¡Qué impresionante!
Realmente, mi trabajo es precioso, pero lo que le rodea también.
¿Cómo no voy a ser una persona alegre y sonriente?
Viva la bibliotecaria!!
ResponderEliminarMe encanta lo que cuentas y sonrío contigo.
Besos
A ver si sonriendo alejamos los negros fantasmas y conseguimos que el nuevo ministro de educación y cultura recuerde que las bibliotecas escolares existen y hay que financiarlas.
ResponderEliminar¡Cuánto te quiero y como me gusta tu blog!
Un abrazo, compañera, y a seguir sonriendo.